21/3/08

Sistemas de frenada


Un mes y medio antes de los tres años, hemos entrado con paso firme en la crisis de los tres años, la de los berrinches y las pesadillas a medianoche. Para sacar provecho a una situación que me tiene los nervios de punta, he decidido reseñar los diversos frenos que opone Joana cuando decide que no quiere seguir el paso que le marcan.
1. El recurso al decibelio: conocido también como llanto estridente y desesperado. Normalmente con resultados catastróficos para su trasero (y mis oídos).
2. El péndulo: consiste en asir con fuerza mi mano y caminar en dirección contraria a la mía. No resulta demasiado útil, porque por ahora tengo yo más fuerza y se acaba imponiendo mi elección.
3. El agarre aleatorio: hasta el momento es el sistema más efectivo, aunque sólo a cortísimo plazo. Se trata de frenar la tracción materna con la ayuda de cualquier elemento firme al alcance de la mano: un banco de la iglesia, una farola, un árbol... Provoca un frenazo brusco y un incremento en el fruncimiento de ceño de mamá.
4. El baile de san vito: sólo puede ponerse en práctica cuando ya he desistido de hacerla andar y la llevo en brazos. El efecto buscado es provocar el agotamiento en la portante; se consigue pataleando y gesticulando con brazos, cabeza y torso. Los resultados suelen ser ambiguos: por un lado, consigue que la deje en el suelo, aunque no que cambie de dirección.
5. El clásico: agotados todos los recursos, merece la pena intentar el freno definitivo. Se da en varias modalidades: la negativa a dar un paso más, el pataleo en la calle, la sentada hippie... Siempre, por supuesto, con lágrimas y palabras altisonantes (¡No quiero! ¡Déjame en paz! ¡Quiero ir con la abuela!). Tampoco suele resultar.

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